domingo, 5 de octubre de 2008

LEYENDAS DE GUATEMALA




El Sombrerón


Había una mujer que era la más bonita del barrio, era hermosa y de ojos verdes.
Un día, como a las seis de la tarde, aparecieron en la esquina de la casa de Celina cuatro mulas amarradas. Pasaron por allí dos vecinas y una de ellas dijo: "¡Qué raro! ¿No serán las mulas del sombrerón?". "¡Dios nos libre!" dijo la otra, y salieron corriendo.A esa hora, Celina comenzaba a dormirse porque ya se sentía muy cansada. Entonces comenzó a oír una música muy bonita y una voz muy dulce que decía: "eres palomita blanca como la flor de limón, sino me das tu palabra me moriré de pasión"
Desde ese día, todas las noches, Celina esperaba con alegría esa música que sólo ella escuchaba. Un día no aguantó la curiosidad y se asomó a la ventana y cual siendo la sorpresa, ver a un hombrecillo que calzaba botitas de piel muy brillante con espuelas de oro, que cantaba y bailaba con su guitarra de plata, frente a su ventana.Desde entonces, Celina no dejó de pensar en aquel hombrecito. Ya no comía, sólo vivía esperando en momento de volverlo a escuchar. Ese hombrecito la había embrujado.
Al darse cuenta los vecinos, aconsejaron a los padres de Celina que la llevaran a un convento para poderla salvar, porque ese hombrecito era el "puritito duende". Entonces Celina, fue llevada al convento donde cada día seguía más triste, extrañando las canciones y esa bonita música. Mientras tanto el hombrecito se volvía loco, buscándola por todas partes.Por fín la bella Celina no soportó la tristeza y murió un día. Su cuerpo fue llevado a la casa para velarlo. De repente se escuchó un llanto muy triste. Era el sombrerón, que con gran dolor llagaba a cantarle a su amada: "ay...ay... mañana cuando te vayas voy a salir al camino para llevarte el pañuelo de lágrimas y suspiros"Y es que se cuenta que el sombrerón nunca olvida a las mujeres que ha querido.



El Cadejo Blanco.


Se dice que es un espíritu bueno, que es por ese motivo que protege a las personas que acompaña. "Es un guardián que permanentemente protege al hombre".
Del barrio de Guadalupe se escuchan más testimonios sobre el cadejo blanco. Doña Mariíta una anciana de 93 años cuenta que, el cadejo es un animal que no a toda persona le sale y que protege a los caminantes nocturnos, y dijo esto: porque a mi papa el cadejo le salió y a mi hermano nunca, y los dos trasnochaban. Mi papa no tenía ningún vicio, pero le gustaba jugar billar, una noche venía sobre la calle de Guadalupe del biliar a la casa de mi mama, sintió que un perro le venia siguiendo los pasos. El perro venía tras él y entonces él se voltea y le dice: "Vállase este animal jodido que me anda siguiendo, oliéndome los pasos". El lo espantaba todo el tiempo, perro al llegar a casa el pero desaparecía y el misterioso animal a donde él iba lo acompañaba. Nunca le hizo algo mal a mi papa".
Dicen que existen dos cadejos, uno bueno y otro malo. Cuando el perro blanco olfatea al perro negro lo ataca para proteger al que acompaña.







La Llorona


En nuestra tierra, la fábula cuenta que una mujer de sociedad, joven y bella, caso con un hombre mayor, bueno, responsable y cariñoso, que la consentía como una niña, su único defecto... que no tenia fortuna.
Pero el sabiendo que su joven mujer le gustaba alternar en la sociedad, trabajaba sin descanso para poder satisfacer las necesidades económicas de su esposa, la que sintiéndose consentida no apreciaba todo lo que le daba su marido y exigiéndole cada día mas, para poder estar a la altura de sus amigas.
Marisa López de Figueroa y su esposo tuvieron varios hijos educados, sus vidas eran difíciles, y a los años, el esposo se murió., la viuda se quedó sin un centavo, y al frente de sus hijos que le pedían que comer. Por un tiempo la señora de Figueroa comenzó a vender sus muebles. Sus alhajas con lo que la fue pasando.
Después ya le quedaban pocos recursos y decidió llevarse a sus hijos al río de los pirules. Los subió al carruaje y salió de su casa alas voladas, como si trajera gran pisa por llegar. Llegó al río, que entonces era caudaloso, los bajó del carro, que ella misma guiaba y fue aventando uno a uno a los pequeños, que con las manitas le hacían señas de que se estaban ahogando. Pero ella, veía como se los iba llevando la corriente, haciendo gorgoritos el agua, hasta quedarse quieta. A sus hijos se los llevo la corriente, en ese momento ya estarían muertos . Como autómata se retiro de el lugar, tomo el carruaje, salió como "alma que lleva el diablo ", pero los remordimientos la hicieron regresar al lugar del crimen. Era inútil las criaturas habían pasado a mejor vida. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se tiro ella también al río y pronto se pudieron ver cuatro cadáveres de niños y el de una mujer que flotaban en el río.
Dice la leyenda que a partir de esa fecha, a las doce de la noche, la señora Marisa venia de ultratumba a llorar su desgracia: salía del cementerio (en donde les dieron cristiana sepultura) y cruzaba la ciudad en un carruaje, dando alaridos y gritando ¡ Aaaaay mis hijos ¡ ¡ Donde estarán mis hijos ¡ y así hasta llegar al río de los pirules en donde desaparecía. Juraban que veían su carruaje que conducía una dama de negro que con alaridos buscaba a sus hijos.




La Siguanaba

Sihuahet era una hermosa mujer, de la cual todos los indios y principalmente los caciques se habían enamorado.
Cuando Sihuahuet cumplió alrededor de dieciocho años, un emisario del cacique de mayor jerarquía de la región, se dirigió a ella indicándole que había sido elegida para ser esposa de su jefe. Sihuahuet se negó a aceptarlo porque su corazón le pertenecía a otro hombre, además el cacique en cuestión era cuarenta años mayor que ella.
Al saber aquel poderoso hombre la decisión de Sihuahuet, decidió vengarse y envió a uno de sus guerreros a darle muerte al joven enamorado de Sihuahuet y a ella la mantuvo cautiva en una cueva hasta que un brujo por medio de un hechizo maligno la convirtió en una mujer fea y despreciable. Su cara fue deformada, sus pechos crecieron hasta rozar sus pies y aquella piel tersa y hermosa se había arrugado casi por completo. Desde ese entonces ella se pasea angustiosa por la orilla de los ríos y las quebradas, intentando volver a ver al joven que tanto amo y arrastrando sus pechos en las piedras.









La Paloma Torcaz












Había una vez un guerrero valiente y apuesto, que amaba la caza y así, con frecuencia, iba por los bosques persiguiendo animales. En una de sus cacerías llegó junto a un lago y, lleno de asombro, contempló a una mujer bellísima que bogaba en una canoa. El guerrero quedó tan enamorado que, muchas veces, volvió al lugar con el ánimo de verla pero fue inútil, pues, ante sus ojos, sólo brillaron las aguas del lago. Entonces pidió consejo a una hechicera, la cual le dijo:
—No la verás nunca más, a menos que aceptes convertirte en palomo.
—¡Sólo quiero verla otra vez!
—Si te vuelves palomo jamás recuperarás tu forma humana.
—¡Sólo quiero volverla a ver!
—Si así lo deseas, hágase tu voluntad.
Y la hechicera le clavó en el cuello una espina y en el acto el joven se convirtió en palomo. Este levantó el vuelo y fue al lago y se posó en una rama y al poco rato vio a la mujer y, sin poderse contener, se echó a sus pies y le hizo mil arrumacos. Entonces la mujer lo tomó entre sus manos y, al acariciarlo, le quitó la espina que tenía clavada en el cuello. ¡Nunca lo hubiera hecho, pues el palomo inclinó la cabeza y cayó muerto! Al ver esto, la mujer, desesperada, se hundió en el cuello la misma espina y se convirtió en paloma. Y desde aquel día llora la muerte de su palomo.

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